Cristina Ramos Alarcón
Recuerdo el primer collar que hice. Fueron unos juncos que anudé y enseguida los puse en mi cuello. En la casa de campo donde veraneábamos. Tenía unos cuatro años, dicen mis hermanos. Nunca veo piedras o semillas o cordones aislados, en cuanto los miro veo la pieza terminada. Incluso pienso el tipo de ropa a la que se adaptará, la ocación idónea para lucirlo...Mi taller en definitiva es el desorden organizado. Un caótico orden donde paso las mejores horas del día.